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martes, 22 de marzo de 2016

Tesis




Hermano sol, estático señor, bombilla amarilla de calor.
Luna plana la menor, lucero del amor, espiga de las noches de pasión.
Hermano sol ¿Qué cuece tu interior qué traes tanta explosión?
Luna, blanca reflexión, helado corazón.

Hermano sol, Hermana Luna –

Nacho Cano

Naile Manjarres


Preferían el misionero. Él la penetraba y aliviaba sus dolores menstruales, pero una vez fuera, le generaba los peores malestares.
A ella le excitaban las diferencias.
El fue de un "lo que es igual a mí no funciona", a un "somos demasiado desiguales".
Él estaba loco por ella, pero se esforzaba en deshilachar esperanzas y sumar asperezas; ella, cardinal y de fuego, ante el silencio frío cayó en demencia, pero evaluó cartas astrales, tendencias lunares, unió puntos cual crochet y desarrolló su tesis para salir de la inercia. Y lo hizo, descifró el acertijo, conversaban horas y horas antes del sexo, discutían hasta 7 horas y media después de hacerlo, de algo parece haber servido: es la antítesis de los opuestos.

La contra que sólo vaciando la papelera de prejuicios mentales, haría funcionar a quienes rinden culto de forma distinta a la intimidad: una la debate y descifra soberanías, el otro la atesora guardando en una gaveta secreta sus fantasías.
La antítesis divina de él "así...suavecito", y ella "dame rapidito" que, alternados en la lucha por placeres compartidos llevaba a una alquimia sexual sin precedentes. A la contradicción del puro deseo trasmutado a "quiero quedarme en ella para siempre".

La contraposición de temperaturas: el dormía en pijama, ella desnuda. Una parte bloqueada, seca, la otra en perenne oposición: empapada, efervescente.
La antítesis de un miembro grueso entrando y saliendo de una vagina pequeña, la antítesis perfecta.
La fascinación del contraste. Del hermano sol y la hermana luna, del antagonismo de edades, contextos, idiosincracias y sensibilidades.

La contra que - afrontada con madurez - complementa: la del amante de la cocina y la neófita, pero dedicada a la limpieza.


La antítesis que - surfeada con inmadurez - conlleva a historias fascinantes por tristes: la misma del azul oscuro del Río Caroní, y el marrón amarillo del Orinoco. El nacimiento de uno era la muerte del otro. Su contraste en niveles de acidez (PH): 


La antítesis que - surfeada con inmadurez - conlleva a historias fascinantes por tristes: la misma del azul oscuro del Río Caroní, y el marrón amarillo del Orinoco. El nacimiento de uno era la muerte del otro. Su contraste en niveles de acidez (PH): Ella, Orinoco, olorosa, densa, altanera, constante y caliente. Él, Caroní, inodoro y de un frío electrizante, pero ambivalente.
Confluyeron sin mezclarse.
Sus fluidos se unían y hacían un verdadero espectáculo, aunque era sólo un mito, eso de que corrían por el mismo cauce.
La profecía siniestra se cumplió: "agua y fuego, vamos a ver quién hace ebullir al otro, o quién apaga al otro primero". Ambos escenarios sucedieron: él se condensó y evaporó, ella renació de sus cenizas. En eso los opuestos lograron ponerse de acuerdo.

Tras el diluvio y posterior incendio, mucho aprendieron. Ella optó por rendir justicia poética a los hechos, ya tiene para escribir un guión o varios cuentos.

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