Hermano sol, estático señor, bombilla amarilla de calor.
Luna plana la menor, lucero del amor, espiga de las noches de pasión.
Hermano
sol ¿Qué cuece tu interior qué traes tanta explosión?
Luna, blanca reflexión, helado corazón.
Hermano sol, Hermana Luna –
Nacho Cano
Luna, blanca reflexión, helado corazón.
Hermano sol, Hermana Luna –
Nacho Cano
Naile
Manjarres
Preferían
el misionero. Él la penetraba y aliviaba sus dolores
menstruales, pero una vez fuera, le generaba los peores malestares.
A
ella le excitaban las diferencias.
El
fue de un "lo que es igual a mí no funciona", a un "somos
demasiado desiguales".
Él
estaba loco por ella, pero se esforzaba en deshilachar esperanzas y
sumar asperezas; ella, cardinal y de fuego, ante el silencio frío
cayó en demencia, pero evaluó cartas astrales, tendencias lunares,
unió puntos cual crochet y desarrolló su tesis para salir de la
inercia. Y lo hizo, descifró el acertijo, conversaban horas y horas
antes del sexo, discutían hasta 7 horas y media después de hacerlo,
de algo parece haber servido: es la antítesis de los opuestos.
La contra que sólo vaciando la papelera de prejuicios mentales, haría funcionar a quienes rinden culto de forma distinta a la intimidad: una la debate y descifra soberanías, el otro la atesora guardando en una gaveta secreta sus fantasías.
La
antítesis divina de él "así...suavecito", y ella "dame
rapidito" que, alternados en la lucha por placeres compartidos
llevaba a una alquimia sexual sin precedentes. A la contradicción
del puro deseo trasmutado a "quiero quedarme en ella para
siempre".
La
contraposición de temperaturas: el dormía
en pijama, ella desnuda. Una
parte bloqueada, seca, la otra en perenne oposición: empapada,
efervescente.
La
antítesis de un miembro grueso entrando y saliendo de una vagina
pequeña, la antítesis perfecta.
La
fascinación del contraste. Del hermano sol y la hermana luna, del
antagonismo de edades, contextos, idiosincracias y sensibilidades.
La contra que - afrontada con madurez - complementa: la del amante de la cocina y la neófita, pero dedicada a la limpieza.
La antítesis que - surfeada con inmadurez - conlleva a historias fascinantes por tristes: la misma del azul oscuro del Río Caroní, y el marrón amarillo del Orinoco. El nacimiento de uno era la muerte del otro. Su contraste en niveles de acidez (PH):
La antítesis que - surfeada con inmadurez - conlleva a historias fascinantes por tristes: la misma del azul oscuro del Río Caroní, y el marrón amarillo del Orinoco. El nacimiento de uno era la muerte del otro. Su contraste en niveles de acidez (PH): Ella, Orinoco, olorosa, densa, altanera, constante y caliente. Él, Caroní, inodoro y de un frío electrizante, pero ambivalente.
Confluyeron sin mezclarse.
Sus fluidos se unían y hacían un verdadero espectáculo, aunque era sólo un mito, eso de que corrían por el mismo cauce.
Tras
el diluvio y posterior incendio, mucho aprendieron. Ella optó por rendir justicia poética a los
hechos, ya tiene para escribir un guión o varios cuentos.
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