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martes, 22 de marzo de 2016

SOBERANÍAS SEXUALES | Ante el espejo






Mi vagina no miente. Se parece a su única dueña, cuando intenta fingir o peor, engañarse, pierde.

Sabe lo que quiere. Disfruta los baños de vapor y que la besen, en eso también se parecen.

Compañera mutualista: No controla ni juzga en demasía, quiere aprender y enseña. Es mi relación de simbiosis perfecta.

Cómplice discreta: Siente por mí, yo pienso y hablo por ella.

Rebelde, dicen, pero la veo más conciente, sabe decir sí y que también es rico postergar o abstenerse.

Intuitiva: Frunce su ceño con textura de cicatriz cuando ve dibujarse prejuicios en el sector de mi mente que debe morir: el que me juzga por hacer el amor o follar si me place, con quien quiera, cuando quiera, porque quiera. Sí, aún. Sí, a mí.

Empírica: Los fiascos le dieron cierta sapiencia. Es como un Pepe Grillo, una conciencia secundaria. 
Así, como al rozar baños públicos, contrajo infecciones urinarias. 
Así, como de chiquita la frotaba con la almohada y sentía cosquillas. 
La recuerdo un día, hacerme pedir más, e incrédula, escuchar a la fuente del deseo despotricar: "el sexo no es todo, hay otras cosas que llenan en la vida", esa vez, la sentí húmeda, no excitada, como un conducto lagrimal, comprendiendo que prolongó demasiado su estadía en ese lugar. 
Sus ansias no eran comprendidas por mentes amadas, pero con doble vida, o cerradas, o autodestruidas, o heridas y por tanto, destructivas. Mi pequeña se retorcía en desconcierto, me halaba por la falda como una niña y me preguntaba: "¿Nai, qué le pasa a él? ¿Por qué dice groserías? Si sabemos que para adornar la vida están los amigos, la comida, los viajes, la música". La conmoción nos retuvo un tiempo en el sillón de la melancolía, con la mirada perdida, estancadas en porqué's que no construyen ni inspiran.


"¡BASTA!" "¡NI DE VAINA!" hoy me grita con lascivia y a la vez crepita certezas que van del metesaca a la sensualidad mística. Hoy, mientras mis dedos o él, entran y salen, vuelve el dúo resolutivo: ella y la oxitocina, culpables de mis divinas contracciones y de esa risa de medialuna muda, afrodisíaca, que encaja cada hueso y músculo en su lugar, que logra conectar lo que una cabeza achicharrada por prejuicios o un corazón lesionado, quizá, no dejaba sintonizar.


Mi vagina creativa, a punta de manualidades realineó nuestras convicciones, ganas y chacras, en soledad. A veces, sólo a veces, miramos hacia atrás, 
a la cuarta, 
al ayer, donde algunos prefieren estar, y constatamos a qué sitios nunca regresar ni a buscar el vibrador después de una mudanza, ¿para qué? el placer con risas también puede curar. 

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