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martes, 22 de marzo de 2016

SOBERANÍAS SEXUALES | EN CUATRO



A los 4 años, descubrió una perla entre sus piernas.
A los 14, su mamá le decía “podéis leer lo que queráis, pero no lo de arriba de la biblioteca”. La sección erótica. Por supuesto, la leyó casi toda. Su naturaleza inquisitiva no dejó de hurgar, y mientras más buscaba, menos alcanzaba o sentía libertad. A los 24, entendió que el sexo era un trueque de energías dignas de cuidado. Preguntó, probó y no se las sabe todas, pero sumó argumentos frente a los pupilos del consumo y los puso en cuatro. Chinazo.

1
Lo espiritual.
El cuatro es importante. En numerología, signo de lealtad, la atención al detalle, la materialización de metas, la disciplina y resistencia.
Tenemos cuatro fases lunares y cuatro etapas del ciclo menstrual para tener, y ser, al menos cuatro tipos de amantes. Cuando presté atención, descubrí que no es lo mismo hacerlo en luna llena que menguante.

2
Lo político.
Leí por ahí: “La revolución es anal o no será”, consigna que instaura su propio sistema. “NI Santa NI Puta”, me gusta. Soy como me place. Seduzco, soy seducida. Me autoexploro, sé cómo llego o no, y cuando me desgasto o aburro, me reinvento. Es el misterio de la femineidad creativa. Pero hemos de agudizar la vista, entrenar la mente. Ser conscientes le da un plus sensual a la rebeldía: en un contexto de escasez de condones y pacata educación sexual, un “¡apostemos a una vida de sexo casual!”, en ojos de una púber ávida de ideas, da pie a barrigas.
Al patriarcado nada se le escapa y también capitaliza el utilitarismo de cuerpos en nombre de la lucha feminista. Creó actores, reactores y distractores como la heroína, que en los 70 distorsionó luchas y fulminó a los 27 años a Janis Joplin, mártir del exceso que no supo cuidar de sí misma.

3
Lo físico.
Conocerse es garantía de que la integridad no sucumba ante el
despilfarro. Por la vagina parimos. Créanlo, más de cuatro dedos podemos tener dentro. En el coito hay más de cuatro orificios para penetrar. En el encuentro se miran cuatro ojos, cuatro pezones y son cuatro los sabores (ácido, dulce, salado y amargo) para poderlas glasear, lamer, estimular.
La sed la saciamos con saliva, sudor, flujo vaginal o semen. El
mágico cuatro también aplica a los swingers y su capacidad para definir los parámetros de su intimidad.

4
Lo periodístico.
Exige contexto y responsabilidad, pero necesitamos cerrar
y titular. Juntamos cuatro palabras explosivas que atrapen y hacemos un panfleto de rebeldía. Pasa. Por tanto, este espacio también merece autocrítica: ¿reducir el sexo a un contrapunteo de egos, morbo y consignas es libertad?
¿Tildar la monogamia de falacia o grillete a la monotonía es liberación o falta de voluntad creativa?
¿El heterosexual y monógamo será el nuevo enclosetado?
¿Abolir el prejuicio —de izquierda o derecha— sobre cómo follan los demás no será ejercer soberanía?

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