La
culpable
“Usted
es la culpable, de todas mis angustias, de todos mis quebrantos"
Armando
Manzanero
- ¡Ella es la culpable! Me gustaba su irreverencia, pero ahora es mi pareja, debe comportarse – comenzó.
La
cita fue en un café en Altamira. Fui al encuentro de un viejo amigo
chavista, internacionalista, marxista-leninista, ciclista quizá
hasta budista, y otras filosofías que, sin práctica, al menos en un
par de ámbitos de la vida, llevan nuestra credibilidad a una
progresiva decadencia terminal. Y de eso, no hay conciencia que se
pueda salvar.
- Ya veo – contesté - amas que quiera cambiar el mundo, pero no tu cabeza.
- Ya veo – contesté - amas que quiera cambiar el mundo, pero no tu cabeza.
-
¡Tiene contradicciones!
- Qué insolencia...
- No llena mis carencias. Dice que es mamá, feminista y mujer, por eso pensé: "no se cree princesa, no esperará que le abra las puertas,coroné", pero me exige, dice que el compromiso es político, sexual y afectivo, que debo aceptarla y quererla. Tratarla bonito.
- Qué insolencia...
- No llena mis carencias. Dice que es mamá, feminista y mujer, por eso pensé: "no se cree princesa, no esperará que le abra las puertas,coroné", pero me exige, dice que el compromiso es político, sexual y afectivo, que debo aceptarla y quererla. Tratarla bonito.
-
Patético es que tenga que decirlo.
-
Ella cede, pero no me convence. Eso de un día usar tacones y
maquillaje, y al otro, una kufiya palestina, no me parece coherente.
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Sorbo
largo de café y leve salpicada en su guayabera blanca
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-
...entonces,
pienso dejarla, camarada – continuó - pero me encanta cómo se
mueve, me aprieta, me dice lo que le gusta, y es tierna, me gusta.
Aunque... esas feministas son todas putas! ¡No son Pa' tenerlas de
pareja!
- Es cierto, feminista con hombre de las cavernas, no pega...
- ¿Cómo?
- Olvídalo, ¿y si buscáis alguien más parecido a vos? ¿Conservadora, pero con pinta bohemia? - le sugerí.
- Es cierto, feminista con hombre de las cavernas, no pega...
- ¿Cómo?
- Olvídalo, ¿y si buscáis alguien más parecido a vos? ¿Conservadora, pero con pinta bohemia? - le sugerí.
-
¿Qué? Yo con una escualida ¡ni de vaina!. El problema es que a
ésta no la siento compañera, no secunda todas mis ideas.
- El problema es que quiere sacudirte las cabezas, las emociones, la existencia ¿Pedimos la cuenta?- sugerí. Percibí que el cáncer ya había hecho metástasis ¿Qué podría yo resolver ahí?
- ¡Ella es la culpable! ¡Es una insolente! Dice y problematiza lo que piensa o cuentan otras mujeres ¡sin filtro! ¡sin vergüenza!
- El problema es que quiere sacudirte las cabezas, las emociones, la existencia ¿Pedimos la cuenta?- sugerí. Percibí que el cáncer ya había hecho metástasis ¿Qué podría yo resolver ahí?
- ¡Ella es la culpable! ¡Es una insolente! Dice y problematiza lo que piensa o cuentan otras mujeres ¡sin filtro! ¡sin vergüenza!
Ahí,
recordé al viejo Sanoja y su "¿de qué coño sirven las
convicciones sino para defenderlas?".
Al tiempo supe cómo terminó ese drama casi judicial: ante tanta cadena mental ella perdió la batalla, pero su derrota llevó implícito un acto de justicia: quedó en libertad.