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jueves, 22 de mayo de 2014

Harta




- <<Ya se lo he dicho>> -

Ni las cornetas de los gigantes armatostes de hierro desvencijados que expiden stress y polución en la ciudad, podían opacar los resoplidos frustrados de Marta que, de nuevo, salía insatisfecha al trabajo y como bonus, culpable por no poder corresponderlo.

No había forma de que Miguel la hiciera acabar,
lo amaba si,
lo admiraba, también,
y el bastante que pulía sus destrezas orales para estimularla, pero no había forma.
Ella como cada martes en la noche (día para sus encuentros específicos),
cerró los ojos y aún con él, erecto dentro de su cuerpo,
aún con su pequeña  y divina cabeza jugueteando cadencioso entre las piernas de ella...
no, no..no era suficiente para dejar de pensar en el jardinero de manos ásperas,
y la forma en que seguramente tomaría duramente sus tetas duras.

Casi lo podría lograr, pero inmediatamente aparecía la imagen del hijo del panadero:
juvenil, padawan en todas las áreas de su vida, de espalda y rostro acnéico, pero con una irresistible tenacidad en las batatas que ella veía cada mañana cuando el alzaba las bolsas con mercancía, para darle paso.

Ella siempre lo había sentido, todo lo que veía la mojaba.
En el baño, cada mañana retenía el orín para sentir placer cinco minutos antes de despabilarse y si podía en la oficina, se escapaba un rato al retrete y volvía a hacerlo, pensando en las formas fálicas de los teléfonos que debía tocar y utilizar a diario.

Desde que habían llegado las EC (Experiencias por correspondencia) no podía pensar en otra cosa que en el millar de personas que en cada momento no la estaban tocando, saboreando o apretando.

Sabía que su relación pendía de un hilo, pero no podía evadir su pensamiento.

Lunes, martes, miércoles, salía, saludaba al vecino que recogía su correspondencia y sólo con verle la forma de la cabeza, se relamía los labios, pensaba en cómo podría verse su calva entre sus piernas, poco importaba si el le atraía físicamente o no, ni quién era el.
Marta sólo pensaba en las infinitas posibilidades y formas de mover la lengua que el aplicaría y las otras miles que él aún no había conocido.

Pensó que drenándolo a través de las EC con cualquier persona, que cumpliera sus requisitos en la web,  era suficiente, pero empezó a llamar a Miguel por tantos nombres, que llegó el momento en que dejó de ser sexy o excitante para el y ella al abrir los ojos cada martes, veía de nuevo el mismo rostro perfectamente distribuido y agraciado de quien era su compañero hace más de 4 años.

Ella, jamás le había sido infiel.

--

"Quiero tocar con la punta de mi lengua tus pezones, me trasnochan, son minúsculos, me gusta mamar tus tetas pequeñas, te siento tan niña y frágil, y cuando miro tu rostro y tus caderas, ¡tan mujer!"

Releía la carta número 14 de Felipe, su experiencia por correspondencia llegada desde Maracay, casado, con tres hijos y eyaculación precoz.
Marta tenía la certeza que desde la palabra "Minúsculos", el ya había acabado.
Sin embargo, le encantaban las notas de voz que enviaba adjuntas a la carta con el exacto, nada fingido, extracto de su gemido osgásmico.
Para ella, ningún sonido era comparable. Y en efecto, podía sentir cómo él eyaculaba con su teta izquierda -la más pequeña- en la boca.

Las experiencias venían siendo cada vez más profundas y sensibles e impersonales... Nunca se veían, pero pocos la habían estimulado como Felipe,
el incompleto Felipe, quien apenas terminaba, se marchaba y por consiguiente, la enfriaba.

Dejó el bolso en el escritorio y se marchó al baño, escogió el  retrete más alejado de la puerta y el más cercano a un estado aceptable de limpieza, bajó sus pantalones y su tanga,  enrolló el papel de la carta en su dedo infinito y comenzó a estrujar su clítoris, el pobre ya hinchado por los intentos fallidos de Miguel, se preparaba a dejarse estimular rápida y toscamente  por las palabras y las notas de voz de Felipe.

Menos de cinco minutos duró la faena manual, la carta echa un asco y probablemente ya deshecha en las cañerías de la ciudad.

--

 - Vámonos al toque un rato, anda, ya deja el tema, déjalo ir, que jamás he estado más enamorada de ti que ahora -

__ ¿Para que te emborraches, te enciendas y quieras que todos te cojan menos yo? -

__ No seas cruel, ¡vámonos!

__ Toma ahí te llegó la de Marcos, se había tardado, quizás encontró nota en otra.

__ No seas hiriente, si el se tarda, yo lo espero sin problemas, ¡Vamos pues, estoy lista y dispuesta a que la pasemos excelente! - Se agachó ante Felipe le tomó la carta y la dejó en la mesa. Dándole un beso en la frente, lo haló por la entrepierna hacia la puerta.

Ya pasaban las 11, quedaban dos horas para las trifulcas del bar que le robaban la calentura a cualquiera.
El tema del orgasmo no se tocó ¡Gracias a Dios!, pero ningunos codos más emocionantes que los del bartender nuevo.
Miguel lo notó, Marta lo sabía, en cuestión de media hora , lo tendría sobre esforzándose por tomar la forma de uno de esos codos para llevarla al éxtasis.

<<no lo esperaba,
no lo pedía,
¡no era lo que quería!
Esto jamás acabaría,
como yo>>.



































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