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jueves, 15 de mayo de 2014

Cuatro pasos



Esta vez, lo haremos alverez, no empezaremos por el comienzo,
Por la falsa galantería y la extrema cortesía.
Iniciamos con ojos cansados y sonrisas intermitentes
Vacíos que están y seguirán estando, pero hoy no buscarán hacer daño.
La cicatriz de la vacuna contra la lechina.
Las costras de los golpes matutinos con la esquina de la cama.
Las uñas descuidadas.
Las piernas no rasuradas.
La mancha o imperfección en algún diente.
Los codos y rodillas ásperas por el descuido obligado del ajetreo diario.
La torpeza, la impulsividad, la prepotencia.
La justa importancia a los pequeños gestos, a los desazones, a los grandes desaires.
La importancia merecida a los ratitos de alegría, que en la mente, en el tacto y en la punta de la lengua se eternizan.
Libre de estar alegre recién amanecida, o no.
Libre de ser siempre amoroso, o no.
Nuestras cicatrices y hendiduras nos presentarán primero.
Nos emborracharemos de defectos que nos muestran más humanos, más feos.
Puede que así, sí lleguemos a querernos, luego de eso...
¡que vengan los ligueros!

NM. Jueves/mayo/2014.





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