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lunes, 6 de octubre de 2014

Una pepa de zamuro, creo, y un huesito de no se qué

Me contaron en agosto, que alguien veía una reina del pueblo y de la ciudad, la que al llegar todos voltean y miran.
Una reina que no se veía así y por eso no se comportaba como tal.
Que Elegguá había engañado a Oshun: le prometió un castillo y al final del desierto que atravesaron, resulta que no había nada. Allí, en el inmenso arenal, Elegguá sólo le dijo "Oshun, pídele a Oloddumaré que te conceda lo que quieres, porque esto es todo lo que yo tengo para ti, desierto".
Y Oshun, la reina más linda de todas, lloró.
...muchos golpes, de muchas piedras, de muchos ríos...
Y el que tenía mucho acento y tumba'o del 23 siguió contando lo que veía nosequién.
Veía un cerebro gigante andando sobre dos piernas hermosas de una reina en continua formación. La que no paraba de estudiar y no dejaría de hacerlo.
Dijo que esa reina también tenía ideales muy fuertes, pero tenía que entender que no todos seguían sus códigos, ni la acompañarían en sus convicciones.
Que existían personas con vocación de dañar y de negligencia.
También dijo que ella se había ido de su pueblo porque el "rey hace vida fuera de casa" y que jamás volvería, sólo de visita y con las manos llenas de cariño y regalos para sus seres amados.
Nosequién hablaba de la madre que tomaba las mejores decisiones y era recompensada, pero sólo había que hacer algo: ser selectiva.
Que habría mucho éxito y felicidad en el futuro si seguía estudiando como lo hacía, y se sacudía a todo árbol que no diera sombra.
También si ayudaba a los demás y se dejaba ayudar.
Que se concentrara en lo verdaderamente importante. Repetía.
Con su vocación, su crecimiento espiritual o personal y su salud, no había dudas, todo iría excelente...si hacía bien su tarea.

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