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viernes, 29 de agosto de 2014

¡Vivan las Pepitas!

¡Vivan las pepitas!

Tiene 2 años y pocos días para los 3.
Estas vacaciones le ha dicho a su abuela: "Pita, ¡yo tengo una pepita!"
Amanda ya descubrió su clítoris, y pide a las primitas o amiguitas que le muestren los suyos. Además, vió a su primito salir del baño y dijo: "Pita, Eduardito tiene una pepita más grande".

Me sorprende, mas no me escandaliza. Pienso en lo afortunada que es al tan temprano descubrirse y reconocer en su clítoris, algo grandioso y fuente de tanta emoción.

Afortunada frente a casi 86 millones de niñas africanas, asiáticas y musulmanas que como va el mundo, sufrirán la mutilación de sus genitales para 2030.

Lejos, pero no menos real y doloroso. Pese a su incongruencia y aunque nos indigne,el corte de ese pedacito glorioso de carne se practica aún en 29 países del mundo - según la Organización Mundial de la Salud- y ya casi 140 millones de mujeres y niñitas no disfrutarán nunca de sus mieles, entre otras consecuencias nefastas.

Es esa manía de perpetuar convenciones sociales o tradiciones que cercenan nuestra naturaleza, la nuestra, la femenina, por supuesto. Lo podemos mitigar con que “es cultural” o “religioso”, pero aunque a muchos encante justificar lo injustificable, la ablación, ésta mutilación del placer y nuestra identidad como mujer, no es sustentada por ninguna religión, al igual que el reciente genocidio aplicado a los hermanos palestinos en la Franja de Gaza.

Ni el corán, ni la biblia lo incluyen en el culto o credo, y la práctica de la extirpación, antecede incluso al Islam, pero parece innegable el pánico que le tienen al pozo sin fondo de placer que podemos hayar si cada una nos dedicaramos a la verdadera y necesaria autoexploración.
Clitoridectomía (corte parcial o total del clítoris), Excisión (extirpación de los labios menores), Infibulación (costura de la abertura vaginal para garantizar virginidades). En cualquiera de sus presentaciones, es una violación a ultranza vigente, aún cuando Kenia, Guinea y Uganda ya dictaron leyes que la sancionan.

Aún cuando existe un Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, parece que prohibirlo no sirve de nada si prevalece la complicidad de las matronas que lo practican en condiciones insalubres y si se mantiene la indiferencia de mujeres y hombres que desestiman los derechos básicos de esas niñas y mujeres, al considerar la ablación mera “extravagancia cultural”.

No basta tampoco con agradecer a la vida por nacer en condiciones más favorables para el desarrollo de una sexualidad plena, por lo menos en cuanto a lo físico se refiere, pero es en cierto modo gratificante saber que mi hija y demás niñas venezolanas, podrán disfrutar de su divertida, gratificante y siempre sorpresiva pepita.

Por ella y por que no se siga normalizando la tragedia en los cuerpos de niñas y mujeres de todo el mundo.

Por todos los orgasmos femeninos que le faltan a este planeta    ¡Que vivan las pepitas! 

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