N

jueves, 24 de julio de 2014

Mujer soltera con una Hija

Lo podemos llamar de dos formas:
Madre soltera o mujer sola con una hija (como dice en tono solemne mi madre)
Igual, a estas alturas, somos presa fácil y comidilla de la opinión pública.
Favoritas como ejemplo que sale a relucir en reuniones familiares: mientras la tía te acaricia la barriga, le susurra a la más pequeña de la casa que tus pasos no los puede seguir.
El escrutinio comienza temprano -lo saben las madres jóvenes- vas a los prenatales y te miran con pena, como si te hubieran diagnosticado la más grave enfermedad.
Un par de años más tarde, paradójicamente, quienes te exorcizaron por salir embarazada, te recomiendan “tener la parejita” porque “un chamo no es nada”.
De ahora en adelante, cada nuevo plan, proyecto, mérito, o pasión de tu vida no obedecerá a una convicción profunda previa a ser madre, ni a metas fijadas en el pasado. Ahora todo lo debes al nuevo ser.
Tal como Manuela, quien ya era generala antes de Bolívar, fue históricamente resumida a la amante que fue valiente, astuta y heroica si, pero solo bajo la influencia de un gigante.
El patriarcado lo ha hecho bien.
Nadie señala al padre que no está, y se rinde pleitesías al que finge presencia, pero sin corresponsabilidad alguna.
Los dardos van directo a la Diana que “se tiró la vida”, con una barriga. Y te lo pueden hacer creer, digo, eso de que tu vida ha terminado. Hasta si eres idealista puedes llegar a escuchar que “tener hijos es anti-revolucionario”.
La Santísima Trinidad: Iglesia, Estado y Familia (con sus excepciones individuales, entre esas la mía) se alían en este tema y conforman esa sociedad tan grosera, que si no la gana la empata y sanciona.
Cuando escuchas al portador del cromosoma X decir: “serás mamá, deja de estudiar” o “no seas egoísta, yo quiero salir y la cesareada eres tú”, y eso en vez de anularte, te da voluntad para iniciar el camino sola, nadie lo entiende, parece un acto anti-natura.
Si no te inmolas por la causa de la foto papá, mamá, bebé, en la salita, sobrarán diagnósticos de demencia. Ni en el sumario de esta historia aparecerá lo que debería ser titular: ¡dignidad!
Y bueno, tampoco se hace por una medalla, es mera decisión personal, pero que no la respeten, lleva a que otras mujeres que sí sufren vejaciones graves a su integridad física, moral o emocional, jamás logren zafarse de haber escogido mal al semental.
No es una apología a la separación, es experiencia personal, y como lo personal es político, sirve al colectivo, para que quien lo lea, entienda que estar soltera no es estar sola (aunque lo dudemos mientras hacemos malabares entre la guerra económica que esconde la leche, los pañales y toallitas; el desfalco que nos dejó sin divisas, y la especulación voraz que te quita mil bolívares por unos zapatos que tu bebé perderá en dos meses).
Sería, en todo caso, una apología a que cada mamá descubra si está en pareja por decisión y amor, no por conveniencia, necesidad, miedo a fracasar o complejo de inferioridad.
Así, a partir de mejores entornos de crianza, creo se podría sumar calidad y cantidad en los esfuerzos por lograr el V Objetivo Histórico, eso de ” contribuir a la preservación de la vida en el planeta, y la salvación de la especie humana”.
De Amanda (mi hija) aprendí que las mejores cosas vienen dentro de los problemas o entre conflictos. Y en estos tiempos de crisis, nos toca enseñar y aprender a caminar juntas, por las razones correctas

No hay comentarios:

Publicar un comentario